jueves, 28 de junio de 2012

Benedicto XVI declara Venerable a Álvaro del Portillo

 

El Santo Padre Benedicto XVI ha autorizado esta mañana a la Congregación de las Causas de los Santos a promulgar decretos relativos a 16 causas de canonización. Entre ellos se encuentra el decreto de virtudes heroicas del obispo Álvaro del Portillo (1914-1994), prelado del Opus Dei.

Un sacerdote de paz y lealtad
Al conocer el anuncio realizado por la Santa Sede, el prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, ha manifestado “gratitud a Dios por este pastor ejemplar que amó al Señor y a su Iglesia”.  Y ha añadido: “Don Álvaro es recordado por tantos hombres y mujeres como un sacerdote de paz, leal a su compromiso de amor a Dios; muy unido a la Iglesia y al Romano Pontífice; supo servir con alegría y total generosidad a san Josemaría Escrivá de Balaguer; a sus hermanos —luego hijos— en el Opus Dei; a sus parientes; a sus amigos y a sus colegas. Con su predicación ayudó a encontrar la felicidad en la fidelidad a Jesucristo a centenares de miles de personas en los diferentes países a los que realizó viajes pastorales”. Mons. Echevarría, principal colaborador del nuevo Venerable desde 1975 hasta 1994, se refirió a él como una persona que “irradiaba paz, alegría, sencillez, espíritu cristiano y visión apostólica”.


Rasgos biográficos
Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914. Era el tercero de ocho hermanos. Ingeniero, doctor en Filosofía y Letras y en Derecho Canónico, en 1935 se incorporó al Opus Dei. Muy pronto se convirtió en el más sólido apoyo del fundador, san Josemaría Escrivá de Balaguer. Fue ordenado sacerdote en 1944.
En 1946 se trasladó a Roma. Con su actividad intelectual junto a san Josemaría y con su trabajo en la Santa Sede realizó una honda reflexión sobre el papel y la responsabilidad de los fieles laicos en la misión de la Iglesia, a través del trabajo profesional y las relaciones sociales y familiares. Entre 1947 y 1950 empujó la expansión apostólica del Opus Dei en Roma, Milán, Nápoles, Palermo y otras ciudades italianas. Promovió actividades de formación cristiana y atendió sacerdotalmente a numerosas personas.
Desde el pontificado de Pío XII hasta el de Juan Pablo II desempeñó numerosos encargos en la Santa Sede. Participó activamente en el Concilio Vaticano II y fue durante muchos años consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El 15 de septiembre de 1975, tras el fallecimiento del fundador, don Álvaro fue elegido para sucederle al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, cuando el beato Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, le designó prelado y el 7 de diciembre de 1990 le nombró obispo. A lo largo de los años en que estuvo al frente del Opus Dei, promovió el comienzo de la actividad pastoral de la prelatura en 20 nuevos países. Como prelado del Opus Dei, estimuló también la puesta en marcha de numerosas iniciativas sociales y educativas.
Mons. Álvaro del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. Tras su muerte, miles de personas han testimoniado por escrito su recuerdo: su bondad, el calor de su sonrisa, su humildad, su audacia sobrenatural, la paz interior que su palabra les comunicaba.


Testimonios sobre D. Álvaro del Portillo

Breves declaraciones extraídas de un documental sobre Mons. Álvaro del Portillo, que está preparando el realizador Antonio Tormo.

Cardenal Stanisław Dziwisz, Cracovia. Secretario personal del Papa Juan Pablo II.
Venía D. Álvaro con frecuencia a almorzar con el Santo Padre. El Papa por un lado querría hablar sobre diferentes cuestiones y también quería agradecer la participación del Opus Dei en la vida de la Iglesia. ¿Qué me llamaba la atención? Sobre todo la gran responsabilidad por la vida de la Iglesia,  por la Iglesia misma, querer acompañar a todas las acciones a la Iglesia a través de la oración, a través de la fidelidad a la doctrina.


Monseñor Carlos Amigo Vallejo. Cardenal emérito de Sevilla.
Vi un hombre sencillo, amable, piadoso. De esas personas con las que uno está a gusto, no se cansa de hablar con él. Y desde luego un maestro, un maestro de muchas cosas. Yo creo que las lecciones que nos dio, de saber relacionarse con unos y con otros. De en momentos difíciles tener una enorme serenidad... Creo que es una lección que en la Iglesia tenemos que agradecer.


Pat Anderson. Colaboradora de Monseñor Del Portillo en la dirección del Opus Dei.
Recuerdo que cuando él viajó a Tierra Santa, en marzo de 1994, cuando estaba a punto de marcharse, nos dijo entre otras cosas que el Santo Padre quería que el Opus Dei fuera a Kazakistán. Él nos dijo: hijas mías no sé lo que va a pasar, necesitamos un milagro, pero el Santo Padre quiere esto. Por lo tanto debemos hacerlo. Es una de tantas manifestaciones en su vida del servicio a la iglesia.


Vittorio Messori. Escritor. Entrevistó a don Álvaro para su libro "Opus Dei. Una investigación".
Recuerdo a don Álvaro como una figura paterna, una figura cortés y afectuosa. Lo recuerdo como un verdadero sacerdote.


Joaquín Navarro-Valls. Portavoz de la Santa Sede (1981-2006).
La presencia de don Álvaro era como continua, como decía antes, desde el pontificado de Pío XII hasta el pontificado de Benedicto XVI. Esa presencia y la estatura moral e intelectual de don Álvaro era una constante de la cual todos los pontificados se han beneficiado.


Colette Kenmogne. Ama de casa (Camerún)
Estoy segura de que está en el cielo. Porque él ha combatido un buen combate y nos ha enseñado a poner al Señor en todas partes, a través de nuestras actividades, como cumbre de nuestras actividades. Y estoy segura de que hoy merece la recompensa que el Señor ha preparado para todo el mundo.


Scott Hahn. Escritor y teólogo
Cuando él voló por encima de Nueva York, vio la Estatua de la Libertad. Y cuando vio la Estatua de la Libertad dijo: "Ahora que la veo pienso que habría que poner en la otra costa la Estatua de la Responsabilidad". Nos animó a todos nosotros, los católicos americanos, que veamos la importancia de comunicar con la verdad de la fe...