domingo, 16 de diciembre de 2012

El Papa: Dios no exige nada extraordinario

VATICANO, 16 Dic. 12 / 07:38 am (ACI/EWTN Noticias).- En la Misa celebrada en la parroquia de San Patricio, en Roma (Italia), a la que visitó pastoralmente hoy, el Papa Benedicto XVI  aseguró que “Dios no exige nada extraordinario, sino que cada uno viva según criterios de solidaridad y de justicia”, con fidelidad, valentía y humildad.
El Santo Padre recordó la cercanía de la Navidad en este tercer Domingo de Adviento, y señaló que “Dios se hace hombre como nosotros para donarnos una esperanza que es certeza: si lo seguimos, si vivimos con coherencia nuestra vida cristiana, Él nos atraerá hacia Sí, nos conducirá a la comunión con Él. Y en nuestro corazón vibrará la verdadera alegría y la verdadera paz, aun en las dificultades y en los momentos de debilidad”.
“Jesús brinda a los hombres la salvación, una nueva relación con Dios que vence el mal y la muerte y trae la verdadera alegría por esta presencia del Señor que viene a iluminar nuestro camino, que está a menudo oprimido por las tinieblas del egoísmo”.
Por ello, el Santo Padre invitó a los fieles a percibir la presencia del Señor entre nosotros, pues no es un Dios lejano, sino un Dios con nosotros, en medio de nosotros, que está en la Santa Eucaristía, en la Iglesia viva.
Benedicto XVI indicó que a semejanza del anuncio del Ángel a María, “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”, los cristianos debemos estar alegres por la proximidad del Nacimiento de Dios.
“Dentro de pocos días celebraremos la Navidad, la fiesta de la venida de Dios, que se hizo niño y hermano nuestro para estar con nosotros y compartir nuestra condición humana. Debemos alegrarnos por esta cercanía suya y por su presencia”.
El Papa señaló que San Pablo en su carta a los filipenses dice enfáticamente “que nada puede separarnos del amor de Dios, que se ha manifestado en Cristo. Sólo el pecado nos aleja de Él, pero éste es un factor de separación que nosotros mismos introducimos en nuestra relación con el Señor”.
“E incluso cuando nos apartamos, Él no cesa de amarnos y sigue estando cerca de nosotros con su misericordia, con su disponibilidad al perdón y a volvernos a acoger en su amor”.
El Santo Padre subrayó que “la alegría que el Señor nos comunica debe encontrar en nosotros amor agradecido. De hecho, la alegría es completa cuando reconocemos su misericordia y le damos gracias por lo que recibimos de Él cada día”.
“El que recibe los dones de Dios de una manera egoísta, no encuentra la verdadera alegría; mientras que, aquel que en los dones recibidos encuentra la ocasión para amarlo con sincera gratitud y para comunicar a los demás su amor, él tiene un corazón que está realmente lleno de alegría ¡Recordémoslo!”.

Benedicto XVI: La justicia y la caridad no se oponen

VATICANO, 16 Dic. 12 / 07:23 am (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI aseguró que la justicia y la caridad “no se oponen, sino que ambas son necesarias y se completan recíprocamente”.
El Santo Padre indicó que en el Evangelio del tercer Domingo de Adviento, se presenta nuevamente la figura de Juan el Bautista, a quienes algunos le preguntan “¿Qué debemos hacer?”, cuando él exhortaba al pueblo a prepararse para la llegada del Mesías.
“La primera respuesta está dirigida a la muchedumbre en general. El Bautista dice: ‘El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo’”.
En esta respuesta, dijo el Papa, “podemos ver un criterio de justicia, animado por la caridad. La justicia pide que se supere el desequilibrio entre quien tiene lo superfluo y a quien le falta lo necesario; la caridad impulsa a estar atento al otro y a salir al encuentro de su necesidad, en lugar de encontrar justificaciones para defender los propios intereses”.
Citando a su encíclica Deus Caritas Est, el Santo Padre señaló que ‘el amor siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa’, porque ‘siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo’”.
En su segunda respuesta, dirigida a los recaudadores de impuestos, despreciados por el pueblo porque a menudo aprovechaban su posición para robar, Juan, “en nombre de Dios, no pide gestos excepcionales sino, ante todo, el cumplimiento honrado de su propio deber. El primer paso hacia la vida eterna es siempre la observancia de los mandamientos; en este caso el séptimo: ‘No robar’”.
“La tercera respuesta se refiere a los soldados, otra categoría dotada de cierto poder y, por tanto, tentada de abusar de él. A los soldados Juan les dice: ‘No hagan extorsión a nadie (...), y conténtense con su salario’. También aquí, la conversión comienza con la honradez y el respeto de los demás: una indicación que vale para todos, especialmente para quien tiene mayores responsabilidades”.
Benedicto XVI subrayó que en el conjunto de estos diálogos “llama la atención lo concreto de las palabras de Juan: desde el momento en que Dios nos juzgará según nuestras obras es allí, en los comportamientos, donde es necesario demostrar que se sigue su voluntad”.
“Por esto las indicaciones del Bautista son siempre actuales: también en nuestro mundo tan complejo, las cosas irían mucho mejor si cada uno observara estas reglas de conducta”, indicó.
Al concluir, el Papa pidió la “intercesión de María Santísima, a fin de que nos ayude a prepararnos a la Navidad dando buenos frutos de conversión”.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Benedicto XVI pide a jóvenes no tener miedo de seguir a Jesús en vocación sacerdotal

VATICANO, 15 Dic. 12 / 10:13 am (ACI/EWTN Noticias).- En su mensaje con motivo de la próxima celebración de la 50ª Jornada Mundial de oración por las vocaciones, el Papa Benedicto XVI exhortó a los jóvenes a que “no tengan miedo de seguirlo y de recorrer con intrepidez los exigentes senderos de la caridad y del compromiso generoso”.
La Jornada Mundial de oración por las vocaciones se realizará el 21 de abril de 2013, IV Domingo de Pascua, con el tema “Las vocaciones signo de la esperanza fundada sobre la fe”, y en el marco del Año de la Fe y el 50 aniversario del inicio del Concilio Ecuménico Vaticano II.
El Santo Padre señaló a los jóvenes en su mensaje que, al seguir a Jesús, “serán felices de servir, serán testigos de aquel gozo que el mundo no puede dar, serán llamas vivas de un amor infinito y eterno, y aprenderán a dar razón de su esperanza”.
El Papa remarcó que es necesario para las vocaciones “crecer en la experiencia de fe, entendida como relación profunda con Jesús, como escucha interior de su voz, que resuena dentro de nosotros”.
Benedicto XVI indicó que la oración constante y profunda hace crecer la fe de la comunidad cristiana en la certeza de que Dios nunca abandona a su pueblo y lo sostiene suscitando vocaciones especiales al sacerdocio y a la vida consagrada, para que sean signos de esperanza para el mundo.
El Santo Padre señaló en su mensaje que para responder a la invitación del Señor, a la vocación que Jesús repite: “Ven y sígueme”, es necesario dejar de elegir por sí mismo el propio camino, pues seguirlo significa sumergir la propia voluntad en la voluntad de Jesús, al ponerlo en primer lugar frente a lo que forma parte de nuestra vida, como la familia, el trabajo, intereses personales y nosotros mismos.
Benedicto XVI indicó que la respuesta de un discípulo de Jesús para dedicarse al sacerdocio o a la vida consagrada es uno de los frutos más maduros de la comunidad cristiana, que ayuda a mirar con particular confianza y esperanza al futuro de la Iglesia y a su tarea de evangelización.
Esta tarea, dijo el Santo Padre, siempre necesita de nuevos obreros para la predicación del Evangelio, la celebración de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El hombre está hecho para la paz que es un don de Dios, dice el Papa en mensaje

VATICANO, 14 Dic. 12 / 11:20 am (ACI/EWTN Noticias).- Hoy se dio a conocer el mensaje para la 46º Jornada Mundial de la Paz que se celebra el 1 de enero de 2013, en el que el Papa Benedicto XVI traza un programa en pos de este don de Dios para todos los hombres en medio de un mundo lleno de desafíos.

En su mensaje de 8 puntos, el Santo Padre señala que "este tiempo nuestro, caracterizado por la globalización, con sus aspectos positivos y negativos, así como por sangrientos conflictos aún en curso, y por amenazas de guerra, reclama un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre".

"Causan alarma los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista, que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado.

Aparte de las diversas formas de terrorismo y delincuencia internacional, representan un peligro para la paz los fundamentalismos y fanatismos que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión, llamada a favorecer la comunión y la reconciliación entre los hombres".

Sin embargo, prosigue el Papa, "las numerosas iniciativas de paz que enriquecen el mundo atestiguan la vocación in- nata de la humanidad hacia la paz. El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda".

En otras palabras, dice el Santo Padre, "el deseo de paz se corresponde con un principio moral fundamental, a saber, con el derecho y el deber a un desarrollo integral, social, comunitario, que forma parte del diseño de Dios sobre el hombre. El hombre está hecho para la paz, que es un don de Dios. Todo esto me ha llevado a inspirarme para este mensaje en las palabras de Jesucristo: ‘Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios’".

El Papa resalta luego que "quienes se encomiendan a Dios y a sus promesas son considerados frecuentemente por el mundo como ingenuos o alejados de la realidad. Sin embargo, Jesús les declara que, no sólo en la otra vida sino ya en ésta, descubrirán que son hijos de Dios, y que, desde siempre y para siempre, Dios es totalmente solidario con ellos. Comprenderán que no están solos, porque él está a favor de los que se comprometen con la verdad, la justicia y el amor".

El Santo Padre explica también que "la paz concierne a la persona humana en su integridad e implica la participación de todo el hombre. Se trata de paz con Dios viviendo según su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y con toda la creación. Comporta principalmente, como escribió el beato Juan XXIII en la Encíclica Pacem in Terris, de la que dentro de pocos meses se cumplirá el 50 aniversario, la construcción de una convivencia basada en la verdad, la libertad, el amor y la justicia".

"Para llegar a ser un auténtico trabajador por la paz, es indispensable cuidar la dimensión trascendente y el diálogo constante con Dios, Padre misericordioso, mediante el cual se implora la redención que su Hijo Unigénito nos ha conquistado. Así podrá el hombre vencer ese germen de oscuridad y de negación de la paz que es el pecado en todas sus formas: el egoísmo y la violencia, la codicia y el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas".

El Pontífice subraya que "la paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible. Nuestros ojos deben ver con mayor profundidad, bajo la superficie de las apariencias y las manifestaciones, para descubrir una realidad positiva que existe en nuestros corazones, porque todo hombre ha sido creado a imagen de Dios y llamado a crecer, contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo".

Defensa de la vida y el matrimonio

Tras señalar que "la vida en plenitud es el culmen de la paz. Quien quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la vida", el Papa afirma que "quienes no aprecian suficientemente el valor de la vida humana y, en consecuencia, sostienen por ejemplo la liberación del aborto, tal vez no se dan cuenta que, de este modo, proponen la búsqueda de una paz ilusoria".

"La huida de las responsabilidades, que envilece a la persona humana, y mucho más la muerte de un ser inerme e inocente, nunca podrán traer felicidad o paz. En efecto, ¿cómo es posible pretender conseguir la paz, el desarrollo integral de los pueblos o la misma salvaguardia del ambiente, sin que sea tutelado el derecho a la vida de los más débiles, empezando por los que aún no han nacido?"

Benedicto XVI advierte además que "cada agresión a la vida, especialmente en su origen, provoca inevitablemente daños irreparables al desarrollo, a la paz, al ambiente. Tampoco es justo codificar de manera subrepticia falsos derechos o libertades, que, basados en una visión reductiva y relativista del ser humano, y mediante el uso hábil de expresiones ambiguas encaminadas a favorecer un pretendido derecho al aborto y a la eutanasia, amenazan el derecho fundamental a la vida".

"También la estructura natural del matrimonio debe ser reconocida y promovida como la unión de un hombre y una mujer, frente a los intentos de equipararla desde un punto de vista jurídico con formas radicalmente distintas de unión que, en realidad, dañan y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su papel insustituible en la sociedad".

Estos principios, prosigue, "no son verdades de fe, ni una mera derivación del derecho a la libertad religiosa. Están inscritos en la misma naturaleza humana, se pueden conocer por la razón, y por tanto son comunes a toda la humanidad. La acción de la Iglesia al promoverlos no tiene un carácter confesional, sino que se dirige a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa".

"Esta acción se hace tanto más necesaria cuanto más se niegan o no se comprenden estos principios, lo que es una ofensa a la verdad de la persona humana, una herida grave infligida a la justicia y a la paz", precisa.

"Por tanto, constituye también una importante cooperación a la paz el reconocimiento del derecho al uso del principio de la objeción de conciencia con respecto a leyes y medidas gubernativas que atentan contra la dignidad humana, como el aborto y la eutanasia, por parte de los ordenamientos jurídicos y la administración de la justicia".

Libertad religiosa

El Santo Padre explica que "entre los derechos humanos fundamentales, también para la vida pacífica de los pueblos, está el de la libertad religiosa de las personas y las comunidades".

"En este momento histórico, es cada vez más importante que este derecho sea promovido no sólo desde un punto de vista negativo, como libertad frente – por ejemplo, frente a obligaciones o constricciones de la libertad de elegir la propia religión –, sino también desde un punto de vista positivo".

Esto debe hacerse, prosigue, "en sus varias articulaciones, como libertad de, por ejemplo, testimoniar la propia religión, anunciar y comunicar su enseñanza, organizar actividades educativas, benéficas o asistenciales que permitan aplicar los preceptos religiosos, ser y actuar como organismos sociales, estructurados según los principios doctrinales y los fines institucionales que les son propios".

"Lamentablemente, incluso en países con una antigua tradición cristiana, se están multiplicando los episodios de intolerancia religiosa, especialmente en relación con el cristianismo o de quienes simplemente llevan signos de identidad de su religión".

La familia

Tras explicar que quienes trabajan por la paz también deben buscar un nuevo modelo de desarrollo y economía, el Santo Padre reiteró "con fuerza que todos los que trabajan por la paz están llamados a cultivar la pasión por el bien común de la familia y la justicia social, así como el compromiso por una educación social idónea".

"Ninguno puede ignorar o minimizar el papel decisivo de la familia, célula base de la sociedad desde el punto de vista demográfico, ético, pedagógico, económico y político. Ésta tiene como vocación natural promover la vida: acompaña a las personas en su crecimiento y las anima a potenciarse mutuamente mediante el cuidado recíproco".

En concreto, subraya el Pontífice, "la familia cristiana lleva consigo el germen del proyecto de educación de las personas según la medida del amor divino. La familia es uno de los sujetos sociales indispensables en la realización de una cultura de la paz. Es necesario tutelar el derecho de los padres y su papel primario en la educación de los hijos, en primer lugar en el ámbito moral y religioso. En la familia nacen y crecen los que trabajan por la paz, los futuros promotores de una cultura de la vida y del amor".

Para leer el mensaje completo, ingrese a: http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=518

Árbol de Navidad es signo de la luz de Dios que ilumina las tinieblas, dice el Papa

VATICANO, 14 Dic. 12 / 10:29 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI explicó esta mañana que el Árbol de Navidad, cuyas luces se encienden hoy en la Plaza de San Pedro, es un signo de la luz de Dios que ilumina a todos los hombres en medio de las tinieblas y las dificultades.

En su discurso a la delegación de la región italiana de Molise de la que procede este año el abeto colocado en San Pedro, el Papa exhortó a vivir "con serenidad e intensidad la Navidad del Señor. Él, según el célebre oráculo del profeta Isaías, apareció como una gran luz para el pueblo que caminaba en las tinieblas".

Benedicto XVI recordó que "Dios se ha hecho hombre y ha venido entre nosotros, para disipar las tinieblas del error y del pecado, trayendo a la humanidad su luz divina".

"Esta luz altísima, de la que el árbol navideño es signo y recuerdo, no sólo no ha perdido intensidad con el paso de los siglos, sino que sigue resplandeciendo sobre nosotros e iluminado a todos los que vienen al mundo, especialmente cuando deben atravesar momentos de incertidumbre y dificultad. Jesús mismo dirá de sí: ‘Yo soy la luz del mundo; quien me sigue, no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de vida’".

El Papa recordó luego que "cuando en las diversas épocas se ha intentado apagar la luz de Dios para encender fuegos ilusorios y engañosos, se han abierto estaciones marcadas por trágicas violencias sobre el ser humano. Ha sido así porque cuando se intenta borrar el nombre de Dios de las páginas de la historia, el resultado es que se trazan renglones torcidos, en los que hasta las palabras más hermosas y nobles pierden su verdadero significado".

"Pensemos en términos como ‘libertad’ o ‘bien común’, ‘justicia’: privados de la raíz de Dios y su amor, en el Dios que ha mostrado su rostro en Jesucristo, estas realidades está con frecuencia a mercede de los intereses humanos, perdiendo su vínculo con las exigencias de la verdad y la responsabilidad civil".

Tras agradecer a la delegación por el abeto blanco, al que acompañan otros más pequeños destinados al palacio apostólico y a diversos lugares del Vaticano, el Santo Padre señaló que "este árbol de Navidad manifiesta la fe y la religiosidad de la gente molisana, que a través de los siglos ha custodiado un importante tesoro espiritual expresado en la cultura, en el arte y en las tradiciones locales".

"Es tarea de cada uno de vosotros y de vuestros coterráneos alcanzar constantemente este patrimonio e incrementarlo, para poder afrontar las nuevas urgencias sociales y los hodiernos desafíos culturales en el curso de la consolidada y fecunda fidelidad al Cristianismo".

Para concluir el Papa dijo: "queridos amigos, os agradezco nuevamente de corazón por el gesto que han realizado. Vuestro árbol y el Año de la Fe: ¡quiera el Señor recompensar vuestro don reforzando la fe en vosotros y vuestra comunidad!"

"Lo pido por intercesión de la Virgen María, aquella que ha primero acogido y seguido al Verbo de Dios hecho hombre, mientras imparto de corazón a todos vosotros y a vuestras familias la Bendición Apostólica", finalizó.

jueves, 13 de diciembre de 2012

El Papa: Educar a jóvenes en la verdad y sentido del esfuerzo ante dificultades

VATICANO, 13 Dic. 12 / 11:03 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI exhortó a educar a los jóvenes en la verdad y en el sentido del esfuerzo y la perseverancia ante las dificultades, en medio de un mundo de rupturas que demandan una actitud coherente por parte de los gobernantes y educadores.

Así lo indicó el Santo Padre en su discurso a los nuevos embajadores y embajadoras no residentes acreditados ante la Santa Sede: Bizwayo Newton Nkunika (Zambia); Chalermpol Thanchitt (Tailandia); Ravinatha Pandukabhaya Aryasinha (Sri Lanka); Wafic Rida Saïd (San Vicente y Granadinas); Aminatou Batouré Gaoh (Niger) e Ibrahima Sory Sow (Guinea).

El Papa dijo a los diplomáticos que "nunca se debe olvidar o negar el derecho a una educación en los valores justos. El deber de educar en estos valores nunca debe ser truncado o debilitado por un interés político nacional o supranacional. Por esta razón, es necesario educar en la verdad y a la verdad: la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la creación, la verdad acerca de las instituciones".

"Junto con la educación a la rectitud de corazón y pensamiento, los jóvenes necesitan hoy más que nunca, ser educados en el sentido del esfuerzo y la perseverancia a través de las dificultades".

El Papa resaltó que los jóvenes "tienen que aprender que todo acto de la persona debe ser responsable y coherente con su deseo de infinito, y que este acto forma parte de su crecimiento de cara a la formación de una humanidad cada vez más fraterna y libre de las tentaciones individualistas y materialistas", prosiguió.

Benedicto XVI dijo que el proceso de la educación se realiza actualmente "en contextos donde la evolución de las formas de vida y de conocimiento crea rupturas humanas, culturales, sociales y espirituales sin precedentes en la historia de la humanidad".

El Papa dijo luego que las redes sociales "tienden a sustituir los espacios naturales de sociabilidad y de comunicación, convirtiéndose, a menudo en el único punto de referencia de la información y del conocimiento".

"La familia y la escuela no parecen ser ya el terreno fértil, primario y natural, donde las jóvenes generaciones adquieren la savita vital para su existencia (...) La escuela y la universidad parecen haberse vuelto incapaces de proyectos creativos que comporten una teleología trascendental que los atraiga profundamente (...) El mundo de hoy y los adultos responsables no han sabido darles los puntos de referencia necesarios".

Después de preguntarse si la disfunción de determinadas instituciones y servicios públicos y privados no podría explicarse "partiendo de una educación deficiente y mal asumida", el Santo Padre animó a los gobernantes a "contribuir con valor al progreso de nuestra humanidad favoreciendo la educación de las nuevas generaciones a través de la promoción de una sana antropología, base indispensable de cualquier educación genuina y en consonancia con el patrimonio natural común".

"Esta tarea podría partir de una seria reflexión sobre las diversas problemáticas de vuestros países respectivos y de las determinadas opciones políticas o económicas que pueden socavar, poco a poco, vuestro patrimonios antropológicos y espirituales, patrimonios que han pasado el tamiz de los siglos y se han asentado, pacientemente, sobres unos fundamentos que respetan la esencia de la persona humana en su realidad plural permaneciendo en perfecta armonía con el cosmos".

Benedicto XVI instó "a vuestros gobernantes a tener valor para esforzarse en la consolidación de la autoridad moral –entendida como llamamiento a una vida coherente– necesaria para una educación verdadera y sana de las generaciones más jóvenes".

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Catequesis del Papa sobre el Adviento y las etapas de la Revelación

VATICANO, 12 Dic. 12 / 11:07 am (ACI).- Queridos hermanos y hermanas:

En la última catequesis he hablado de la Revelación de Dios, como comunicación que Él hace de sí mismo en su designio de benevolencia y de amor. Esta revelación de Dios se inserta en el tiempo y en la historia de los hombres: historia que se convierte en ‘lugar en el que podemos constatar la acción de Dios a favor de la humanidad. Él nos alcanza en aquello que para nosotros es más familiar y fácil de verificar, porque constituye nuestro contexto cotidiano, sin el cual no lograremos comprendernos’ (Juan Pablo II, Enc.?Fides et ratio, 12).

El evangelista San Marcos –como hemos escuchado– relata, en términos claros y sintéticos, los momentos iniciales de la predicación de Jesús: ‘el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca’ (Mc 1,15). Lo que ilumina y da sentido pleno a la historia del mundo y del hombre comienza a brillar en la gruta de Belén, es el Misterio, que contemplaremos dentro de poco en la Navidad: la salvación que se realiza en Jesucristo.

En Jesús de Nazaret Dios manifiesta su rostro y pide la decisión del hombre de reconocerlo y seguirlo. El revelarse de Dios en la historia para entrar en relación de diálogo de amor con el hombre, da un nuevo sentido a todo el camino humano. La historia no es un simple sucederse de los siglos, de años, de días, sino el tiempo de una presencia que le da pleno significado y abre a una sólida esperanza.

¿Dónde podemos leer las etapas de esta Revelación de Dios? La Sagrada Escritura es el lugar privilegiado para descubrir los eventos de este camino, y quisiera –una vez más– invitar a todos, en este Año de la Fe, a tomar a la mano con más frecuencia la Biblia para leerla y meditarla y prestar mayor atención a las lecturas de la Misa dominical, todo esto constituye un alimento precioso para nuestra fe.

Leyendo el Antiguo Testamento vemos que las intervenciones de Dios en la historia del pueblo que ha elegido y con el que ha establecido una alianza, no son acontecimientos que pasan y caen en el olvido, sino que se convierten en 'memoria', constituyen la 'historia de salvación' mantenida viva en la conciencia del pueblo de Israel a través de la celebración de los eventos salvíficos.

Así, en el libro del Éxodo, el Señor indica a Moisés que celebre el gran momento de la liberación de la esclavitud de Egipto, la Pascua judía, con estas palabras: ‘Este día será para vosotros un memorial: lo celebrarán como fiesta del Señor: de generación en generación, lo celebrarán como un rito perenne" (12,14). Para todo el pueblo de Israel recordar lo que Dios ha hecho se convierte en una especie de imperativo permanente para que el paso del tiempo esté marcado por la memoria viva de los acontecimientos pasados, que así forman, día tras día, de nuevo la historia y permanecen presentes.

En el libro del Deuteronomio, Moisés se dirige al pueblo diciendo: ‘guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos’. (4,9). Y así también nos dice a nosotros: ‘Mira bien para que no olvides las cosas que Dios ha hecho con nosotros’. La fe es alimentada por el descubrimiento y el recuerdo del Dios que es siempre fiel, que guía la historia y es el fundamento seguro y estable sobre el que construir la vida propia.

También el canto del Magnificat que la Virgen María eleva a Dios, es un ejemplo altísimo de esta historia de salvación, de esta memoria que tiene presente el obrar de Dios. María exalta el obrar misericordioso de Dios en el camino concreto de su pueblo, la fidelidad a las promesas de alianza hechas a Abraham y su descendencia; y todo esto es memoria viva de la presencia divina que nunca falla. (cfr Lc 1,46-55).

Para Israel, el Éxodo es el acontecimiento histórico central en que Dios revela su poderosa acción. Dios libera a los israelitas de la esclavitud en Egipto, para que puedan regresar a la Tierra Prometida y adorarlo como el único Dios verdadero. Israel no se pone en marcha para ser un pueblo como los demás –para tener también él una independencia nacional– sino para servir a Dios en el culto y en la vida, para crear para Dios un lugar donde el hombre esté en obediencia a Él, donde Dios esté presente y sea adorado en el mundo y, naturalmente, no sólo para ellos, sino para testimoniarlo en medio de otros pueblos.

La celebración de este evento es un hacerlo presente y actual, porque la obra de Dios no falla. Él tiene fe en su designio de liberación y todavía lo sigue, para que el hombre pueda reconocer y servir a su Señor y responder con fe y amor a su acción. Entonces Dios se revela a sí mismo no solo en el acto primordial de la creación, sino entrando en nuestra historia, en la historia de un pequeño pueblo que no era ni el más numeroso, ni el más fuerte

Y esta revelación de Dios, que va adelante en la historia, culmina en Jesucristo. Dios, el Logos, la Palabra creadora que está en el origen del mundo, se ha encarnado en Jesús y ha mostrado el verdadero rostro de Dios. En Jesús se cumple toda promesa, en Él se da el culmen de la historia de Dios con la humanidad.

Cuando leemos el relato de los dos discípulos en camino hacia Emaús, narrado por San Lucas, vemos como emerge de modo claro que la persona de Cristo ilumina el Antiguo Testamento, la entera historia de la salvación y muestra el gran designio unitario de dos Testamentos, muestra el camino de su unicidad. Jesús, de hecho, explica a los dos viajeros perdidos y desilusionados que es el cumplimiento de toda promesa: ‘Y, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó que en todas las Escrituras eso se refería a él’ (24,27).

El Evangelista relata la exclamación de los dos discípulos luego de haber reconocido que aquel compañero de viaje era el Señor: ‘¿No ardía tal vez nuestro corazón mientras él conversaba con nosotros en el camino, cuando nos explicaba las Escrituras?’ (v. 32).

El Catecismo de la Iglesia Católica resume las etapas de la revelación divina: Dios ha invitado al hombre, desde el principio, a una comunión profunda con Él, e incluso cuando el hombre, por su desobediencia, pierde su amistad, Dios no lo abandona al poder de la muerte; al contrario, le ofrece muchas veces su alianza.

El Catecismo recorre el camino de Dios con el hombre desde la alianza con Noé después del diluvio, a la llamada de Abraham a salir de su tierra para hacerle padre de una multitud de pueblos. Dios constituye a Israel como su pueblo, a través del Éxodo, la alianza del Sinaí y el don, por medio de Moisés, de la Ley para ser reconocido y servido como el único Dios vivo y verdadero. Con los profetas, Dios conduce a su pueblo a la esperanza de la salvación.

Conocemos –a través de Isaías– el ‘segundo Éxodo’, el retorno del exilio de Babilonia a la propia tierra, la refundación del pueblo, en el mismo tiempo, pero muchos se quedan en la dispersión y así comienza la universalidad de esta fe. Al final no se espera más sólo a un rey, David, un hijo de David, sino un ‘Hijo del hombre’, la salvación de todos los pueblos. Se realizan encuentros entre las culturas, primero con Babilonia y Siria, luego también con la multitud griega.

Así vemos así cómo el camino de Dios se ensancha, se abre cada vez más hacia el misterio de Cristo, el Rey del Universo. En Cristo se realiza finalmente la salvación en su plenitud, el designio benevolente de Dios. Él mismo se hace uno de nosotros.

Hice una pausa para hacer memoria sobre el obrar de Dios en la historia del hombre, para mostrar las etapas de este gran designio de amor testimonio en el Antiguo y el Nuevo Testamento: un único designio de salvación para toda la entera humanidad, progresivamente revelado y realizado por la potencia de Dios, donde Dios siempre reacciona a las respuestas del hombre y encuentro nuevos inicios de alianza cuando el hombre se pierde. Esto es fundamental en el camino de fe.

Estamos en el tiempo litúrgico del Adviento que nos prepara para la Santa Navidad. Como todos sabemos la palabra 'Adviento' significa 'venida', 'presencia', y antiguamente indicaba la llegada del rey o del emperador a una determinada provincia. Para nosotros los cristianos, significa una realidad maravillosa y desconcertante. Dios mismo ha atravesado su cielo y se ha inclinado hacia el hombre; ha forjado una alianza con él, entrando en la historia de un pueblo.

Él es el rey que ha bajado a esta pobre provincia que es la tierra, y nos ha obsequiado con su visita asumiendo nuestra carne, haciéndose hombre como nosotros. El Adviento nos invita a recorrer el camino de esta presencia y nos recuerda una y otra vez que Dios no se ha ido del mundo, que no está ausente, que no nos abandona; al contrario, sale a nuestro encuentro de diferentes maneras que tenemos que aprender a discernir.

Y también nosotros, con nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, estamos llamados, día a día, a distinguir y testimoniar esta presencia en el mundo a menudo superficial y distraído, a hacer que resplandezca en nuestra vida la luz que ha iluminado la gruta de Belén. Gracias.

Adviento recuerda que Dios no nos abandona

El Papa: Adviento recuerda que Dios no nos abandonaVATICANO, 12 Dic. 12 / 10:38 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI señaló que el Adviento, el tiempo de preparación para la Navidad que celebra la Iglesia, recuerda a todos "que Dios no se ha ido del mundo, que no está ausente, que no nos abandona".

En su habitual catequesis de la audiencia semanal ante miles de fieles en el aula Pablo VI en el Vaticano, el Santo Padre hizo una reflexión sobre las etapas de la Revelación de Dios narradas en las Sagradas Escrituras, en la Biblia.

El Papa dijo que el Adviento, para los cristianos, "significa una realidad maravillosa y desconcertante. Dios mismo ha atravesado su cielo y se ha inclinado hacia el hombre; ha forjado una alianza con él, entrando en la historia de un pueblo".

"Él es el rey que ha bajado a esta pobre provincia que es la tierra, y nos ha obsequiado con su visita asumiendo nuestra carne, haciéndose hombre como nosotros. El Adviento nos invita a recorrer el camino de esta presencia y nos recuerda una y otra vez que Dios no se ha ido del mundo, que no está ausente, que no nos abandona; al contrario, sale a nuestro encuentro de diferentes maneras que tenemos que aprender a discernir".

El Santo Padre alentó a que "también nosotros, con nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, estamos llamados, día a día, a distinguir y testimoniar esta presencia en el mundo a menudo superficial y distraído, a hacer que resplandezca en nuestra vida la luz que ha iluminado la gruta de Belén".

Benedicto XVI recordó que "en Jesús de Nazaret Dios manifiesta su rostro y pide la decisión del hombre de reconocerlo y seguirlo. El revelarse de Dios en la historia para entrar en relación de diálogo de amor con el hombre, da un nuevo sentido a todo el camino humano. La historia no es un simple sucederse de los siglos, de años, de días, sino el tiempo de una presencia que le da pleno significado y abre a una sólida esperanza".

"¿Dónde podemos leer las etapas de esta Revelación de Dios? La Sagrada Escritura es el lugar privilegiado para descubrir los eventos de este camino, y quisiera –una vez más– invitar a todos, en este Año de la Fe, a tomar a la mano con más frecuencia la Biblia para leerla y meditarla y prestar mayor atención a las lecturas de la Misa dominical, todo esto constituye un alimento precioso para nuestra fe".

El Papa se refirió luego a algunos pasajes del Antiguo Testamento en el que Dios interviene en la historia del pueblo de Israel, y uno en el que Moisés pide no olvidar las cosas que el Señor "ha hecho con nosotros".

"También el canto del Magnificat que la Virgen María eleva a Dios, es un ejemplo altísimo de esta historia de salvación, de esta memoria que tiene presente el obrar de Dios. María exalta el obrar misericordioso de Dios en el camino concreto de su pueblo, la fidelidad a las promesas de alianza hechas a Abraham y su descendencia; y todo esto es memoria viva de la presencia divina que nunca falla".

Luego de recordar la historia de Israel que se libera de la esclavitud de Egipto por obra de Dios, el Papa resaltó que "la celebración de este evento es un hacerlo presente y actual, porque la obra de Dios no falla. Él tiene fe en su designio de liberación y todavía lo sigue, para que el hombre pueda reconocer y servir a su Señor y responder con fe y amor a su acción".

"Entonces Dios se revela a sí mismo no solo en el acto primordial de la creación, sino entrando en nuestra historia, en la historia de un pequeño pueblo que no era ni el más numeroso, ni el más fuerte".

"Y esta revelación de Dios, que va adelante en la historia, culmina en Jesucristo. Dios, el Logos, la Palabra creadora que está en el origen del mundo, se ha encarnado en Jesús y ha mostrado el verdadero rostro de Dios. En Jesús se cumple toda promesa, en Él se da el culmen de la historia de Dios con la humanidad".

El Papa explicó que estas etapas de la Revelación también están explicadas en el Catecismo de la Iglesia Católica, en donde se puede ver que "Dios ha invitado al hombre, desde el principio, a una comunión profunda con Él, e incluso cuando el hombre, por su desobediencia, pierde su amistad, Dios no lo abandona al poder de la muerte; al contrario, le ofrece muchas veces su alianza".

El Santo Padre explicó que con esta catequesis ha querido "mostrar las etapas de este gran designio de amor testimonio en el Antiguo y el Nuevo Testamento: un único designio de salvación para toda la entera humanidad, progresivamente revelado y realizado por la potencia de Dios, donde Dios siempre reacciona a las respuestas del hombre y encuentro nuevos inicios de alianza cuando el hombre se pierde. Esto es fundamental en el camino de fe".

Para leer la catequesis completa, ingrese a: http://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-catequesis-del-papa-sobre-el-adviento-y-las-etapas-de-la-revelacion-24993/

domingo, 9 de diciembre de 2012

El Papa: Juan Bautista enseña a vivir la Navidad como fiesta del Hijo de Dios

VATICANO, 09 Dic. 12 / 07:42 am (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI afirmó que en medio de la sociedad consumista, San Juan Bautista nos enseña a vivir la Navidad como la fiesta del Hijo de Dios.
El Santo Padre señaló que “en la sociedad de consumo, en la que se está tentado de buscar la felicidad en la cosas, el Bautista nos enseña a vivir de manera esencial, para que la Navidad sea vivida no solo como una fiesta exterior, sino como la fiesta del Hijo de Dios que ha venido a traer a los hombres la paz, la vida y la verdadera felicidad”.
El Papa indicó que durante “el Tiempo de Adviento la liturgia pone en relieve, de manera particular, dos figuras que preparan la venida del Mesías: la Virgen María y Juan Bautista. Hoy san Lucas nos presenta a este ultimo, y lo hace con características diversas de los otros Evangelistas”.
Citando a su reciente libro, “La Infancia de Jesús”, Benedicto XVI recordó que “‘todos los cuatro Evangelios colocan al inicio de la actividad de Jesús la figura de Juan Bautista y lo presentan como su precursor. San Lucas ha llevado hacia atrás la conexión entre las dos figuras y sus respectivas misiones. Ya en la concepción y en el nacimiento, Jesús y Juan son colocados en relación entre ellos’”.
El Papa explicó que “esta impostación ayuda a comprender que Juan, en cuanto hijo de Zacarías e Isabel, ambos de familias sacerdotales, no solo es el ultimo de los profetas, sino que representa también al entero sacerdocio de la Antigua Alianza y por lo tanto prepara a los hombres al culto espiritual de la Nueva Alianza, inaugurado por Jesús”.
Además, el evangelista Lucas “deshace toda lectura mítica que a menudo se hace de los Evangelios y coloca históricamente la vida del Bautista: ‘En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, mientras Poncio Pilato era gobernador … bajo los sumos sacerdotes Anás y Caifás’”.
“Al interior de este cuadro histórico se coloca el verdadero gran acontecimiento, el nacimiento de Cristo, que los contemporáneos ni siquiera notarán. Para Dios los grandes de la historia ¡hacen de marco a los pequeños!”, exclamó el Papa.
Benedicto XVI recordó que “Juan Bautista se define como la ‘voz de uno que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos’. La voz proclama la palabra, pero en este caso la Palabra de Dios precede, en cuanto es ella misma a bajar sobre Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto”.
“Él por tanto tiene un gran rol, pero siempre en función de Cristo”, indicó.
San Agustín, recordó el Santo Padre, dijo que “Juan es la voz. Del Señor en cambio se dice: ‘Al principio existía la Palabra’. Juan es la voz que pasa, Cristo es el Verbo eterno que era en un principio. Si a la voz se quita la palabra, ¿que cosa queda? Un sonido vago. La voz sin palabra resuena en el oído, pero no edifica el corazón”.
El Papa señaló que “a nosotros hoy espera la tarea de dar escucha a aquella voz para conceder espacio y acogida a Jesús en el corazón, Palabra que nos salva”.
“En este Tiempo de Adviento, preparémonos a ver, con los ojos de la fe, en la humilde Gruta de Belén, la salvación de Dios.
Al concluir sus palabras, el Papa Benedicto XVI confió a la intercesión de la Virgen María “nuestro camino al encuentro del Señor que viene, para estar listos a acoger, en el corazón y en toda la vida, al Emanuel, el Dios-con-nosotros”.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Benedicto XVI: María es bienaventurada por su fe firme en Dios

VATICANO, 08 Dic. 12 / 08:30 am (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, con ocasión de la fiesta de María Inmaculada, el Papa Benedicto XVI afirmó que la Virgen es “bienaventurada” porque “ha creído, porque ha tenido una fe firme en Dios”.
El Santo Padre señaló que “en este Año de la fe quisiera subrayar que María es la Inmaculada por un don gratuito de la gracia de Dios, pero que en Ella ha encontrado perfecta disponibilidad y colaboración”.
“La Inmaculada demuestra que la Gracia es capaz de suscitar una respuesta, que la fidelidad de Dios sabe generar una fe verdadera y buena”.
El Papa explicó que “María representa aquel ‘resto de Israel’, aquella raíz santa que los profetas han anunciado. En ella encuentran acogida las promesas de la antigua Alianza”.
“En María la palabra de Dios encuentra escucha, recepción, respuesta, encuentra aquel ‘sí’ que le permite encarnarse y venir a habitar entre nosotros”.
Benedicto XVI indicó que “en María la humanidad, la historia se abren realmente a Dios, acogen su gracia, están dispuestas a hacer su voluntad. María es expresión genuina de la Gracia”.
“Ella representa el nuevo Israel, que las Escrituras del Antiguo Testamento describen con el símbolo de la esposa. Y san Pablo retoma este lenguaje en la carta a los Efesios allí donde habla del matrimonio y dice que ‘Cristo ha amado a la Iglesia y se ha dado a si mismo por ella, para hacerla santa, purificándola con el lavado del agua mediante la palabra, y para presentar a si mismo la Iglesia toda gloriosa, sin mancha ni arruga o algo de similar, sino santa e inmaculada’”.
El Papa indicó que “los Padres de la Iglesia han desarrollado esta imagen y así la doctrina de la Inmaculada ha nacido primero en referencia a la Iglesia virgen-madre, y sucesivamente a María”.
“Así escribe poéticamente Efrén el Sirio: ‘Como los mismos cuerpos han pecado y mueren, y la tierra, su madre, es maldita, así a causa de este cuerpo que es la Iglesia incorruptible, su tierra está bendecida desde el principio. Esta tierra es el cuerpo de María, templo en el cual ha sido depositada una semilla’”.
Benedicto XVI recordó también que “la luz que emana de la figura de María también nos ayuda a comprender el verdadero sentido del pecado original. En María, de hecho, está plenamente viva y operante aquella relación con Dios que el pecado rompe”.
“En ella no hay alguna oposición entre Dios y su ser: hay plena comunión, pleno entendimiento. Hay un ‘sí’ recíproco, de Dios a ella y de ella a Dios. María está libre del pecado porque es toda de Dios, totalmente apropiada por Él. Está llena de su Gracia, de su Amor”.
Como conclusión, el Papa subrayó que “la doctrina de la Inmaculada Concepción de María expresa la certeza de fe que las promesas de Dios se han realizado: que su alianza no falla, que ha producido una raíz santa, de la cual ha germinado el Fruto bendito de todo el universo, Jesús, el Salvador”.
“La Inmaculada demuestra que la Gracia es capaz de suscitar una respuesta, que la fidelidad de Dios sabe generar una fe verdadera y buena”.
“Sigamos el ejemplo de la Madre de Dios, para que también en nosotros la gracia del Señor encuentre respuesta en una fe genuina y fecunda”, concluyó.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El Papa: Relativismo y violencia son producto del olvido de Dios

VATICANO, 07 Dic. 12 / 10:31 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI explicó que el olvido de Dios en los hombres lleva a una forma de relativismo que, inevitablemente, genera violencia. Ésta, como afirman algunos, no debe atribuirse al monoteísmo.

Así lo indicó el Santo Padre en la audiencia concedida a los miembros de la Comisión Teológica Internacional que acaba de celebrar su sesión plenaria.

El Pontífice señaló que el sentido sobrenatural de la fe de los creyentes (sensus fidei) "lleva hoy a reaccionar con fuerza contra la idea de que las religiones, especialmente las religiones monoteístas serían, intrínsecamente, portadoras de violencia, sobre todo debido a su afirmación de la existencia de un verdad universal".

"Algunos creen que sólo el ‘politeísmo de los valores’ garantizaría la tolerancia y la paz civil y sería conforme al espíritu de una sociedad democrática pluralista. Por un lado, es esencial recordar que la fe en un solo Dios, creador del cielo y de la tierra, responde a las exigencias racionales de la reflexión metafísica, que no se debilita sino que refuerza y se hace más profunda con la revelación del misterio del Dios-Trinidad".

El Papa explicó que "hay que señalar la forma que la revelación definitiva del misterio del Dios único asume en la vida y muerte de Jesucristo, que sale al encuentro de la Cruz como ‘un cordero llevado al matadero’. El Señor atestigua un rechazo radical de toda forma de odio y de violencia en favor de la primacía absoluta del ‘ágape’".

"Por tanto, si en la historia ha habido o hay formas de violencia en nombre de Dios, no deben ser atribuidas al monoteísmo, sino a causas históricas, principalmente a los errores de los hombres. Más bien es el olvido de Dios el que lleva a las sociedades humanas a una forma relativismo, que inevitablemente genera violencia".

Benedicto XVI resaltó que "cuando se niega la posibilidad de todos de hacer referencia a una verdad objetiva, el diálogo se hace imposible y la violencia, declarada o subterránea, se convierte en la norma de las relaciones humanas".

"Sin la apertura a lo trascendente, que permite encontrar las respuestas a las preguntas sobre el sentido de la vida y la forma de vivir según una moral, el hombre se vuelve incapaz de actuar de acuerdo con la justicia y de esforzarse por la paz".

El Santo Padre manifestó su aprecio por el mensaje de la Comisión Teológica Internacional con motivo del Año de la Fe que "ilustra muy bien la manera específica en que los teólogos, sirviendo, fielmente la verdad de la fe, pueden participar en el esfuerzo evangelizador de la Iglesia"

Ese mensaje retoma las cuestiones del documento "La teología hoy. Perspectivas, principios y criterios " que presenta, de alguna forma, "el código genético de la teología católica, es decir, los principios que definen su identidad y, por lo tanto, garantizan su unidad en diversidad de sus logros".

"En un contexto cultural en el que algunos están tentados o de privar a la teología de su estatus académico, por su relación intrínseca con la fe, o de prescindir de la dimensión creyente y confesional, de la teología, con el riesgo de confundirla con las ciencias religiosas, ese documento recuerda oportunamente que la teología es confesional y racional de modo inseparable y que su presencia dentro de la institución académica garantiza una visión amplia e integral de la misma razón humana".

El Papa señaló que, entre los criterios de la teología católica, el documento menciona la atención que los teólogos deben reservar al "sensus fidelium". "El Concilio Vaticano II, reafirmando el papel específico e insustituible que compete al Magisterio, ha subrayado, sin embargo, que todo el Pueblo de Dios participa en la función profética de Cristo".

"Este don, el ‘sensus fidei’ es para el creyente una especie de instinto sobrenatural que tiene una connaturalidad vital con el mismo objeto de la fe (...) y un criterio para discernir si una verdad pertenece o no al depósito vivo de la tradición apostólica. También tiene un valor proposicional porque el Espíritu Santo no cesa de hablar a las iglesias y de llevarlas a la verdad entera".

"Hoy en día, sin embargo, es particularmente importante aclarar los criterios usados para distinguir el sensus fidelium auténtico de sus falsificaciones. De hecho, no es una especie de opinión pública de la Iglesia, y es impensable recurrir a él para impugnar las enseñanzas del Magisterio, ya que el ‘sensus fidei’ no puede desarrollarse auténticamente en el creyente auténtico salvo en la medida en que participa plenamente en la vida de la Iglesia, y esto requiere una adhesión responsable a su Magisterio".

El Papa resaltó además que "si la ruptura de la relación entre las personas y Dios trae consigo un profundo desequilibrio en la relación entre los hombres, la reconciliación con Dios, actuada en la Cruz de Cristo, ‘nuestra paz’, es la fuente fundamental de la unidad y la fraternidad".

En esta perspectiva, se coloca también la reflexión sobre "la doctrina social de la Iglesia en el contexto de la doctrina de la Fe, que confirma que la doctrina social no es una adición extrínseca, sino que, sin dejar de lado la contribución de una sana filosofía social, hunde sus raíces en las fuentes mismas de la fe".

"Esta doctrina quiere cumplir, en la gran diversidad de situaciones sociales, el nuevo mandamiento que el Señor Jesús nos ha dejado: "Como yo os he amado, amaos también unos a otros", concluyó el Santo Padre.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

El Papa exhorta a instaurar todo en Cristo porque Él es la roca de la vida

VATICANO, 05 Dic. 12 / 11:25 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI alentó a instaurar todo en Cristo que se ha revelado con un plan de Amor para toda la humanidad porque Él es la roca de la vida para toda persona.

Así lo indicó el Santo Padre en su habitual catequesis de los miércoles ante miles de fieles en el Aula Pablo VI. En esta ocasión y continuando con el tema del Año de la Fe, Benedicto XVI se refirió al "designio de benevolencia" de Dios, su plan de Amor para toda la humanidad.

Cuando el hombre permite que Dios ingrese en su vida, dijo el Papa, "todo esto lleva a un cambio fundamental del modo de relacionarse con la entera realidad, todo aparece en una nueva luz, se trata entonces de una verdadera "conversión", fe y un cambio de mentalidad, porque el Dios que se ha revelado en Cristo y nos ha dado a conocer su designio, nos aferra, nos atrae hacia Él, se convierte en el sentido que sostiene nuestra existencia, en la roca en la que ésta encuentra estabilidad".

"En el Antiguo Testamento encontramos una densa expresión sobre la fe, que Dios confía al profeta Isaías para que la comunique al rey de Judá, Acaz. Dios afirma ‘si no creyesen –es decir si no se mantienen fieles a Dios– no permanecerán firmes’".

Existe entonces, prosiguió el Papa, "una relación entre estar y comprender, que expresa bien cómo la fe es un acoger en la vida la visión de Dios sobre la realidad, dejar que sea Dios quien nos guíe con su Palabra y los Sacramentos en el comprender qué cosa debemos hacer, cuál es el camino que debemos recorrer, cómo vivir. Pero al mismo tiempo, es propiamente comprender según Dios, ver con sus ojos que mantiene firme la vida, que nos permite ‘estar en pie’, no caer".

Benedicto XVI dijo además que "el Adviento, el tiempo litúrgico que acabamos de iniciar y que nos prepara para la Santa Navidad, nos pone frente ante al misterio luminoso de la venida del Hijo de Dios; frente al gran ‘designio de benevolencia’ con el que quiere atraernos a Sí, para hacernos vivir en plena comunión de alegría y paz con El y nos invita una vez más, en medio de tantas dificultades, a renovar la certeza de que Dios está presente, de que ha entrado en el mundo, haciéndose hombre como nosotros, para llevar a la plenitud su designio de amor".

"Y Dios nos pide que también nosotros seamos una señal de su acción en el mundo. A través de nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro caridad, Él quiere entrar en el mundo siempre de nuevo y quiere siempre de nuevo quiere hacer que su luz resplandezca en nuestra noche".

El Papa explicó que este "designio de benevolencia" de Dios es explicado por el Apóstol San Pablo. Sobre él, el Santo Padre indicó que "nosotros existimos, desde la eternidad en la mente de Dios, en un gran proyecto que Dios ha custodiado en sí mismo y que ha decidido actuar y revelar ‘en la plenitud de los tiempos’".

"San Pablo nos hace comprender, entonces, que toda la creación y, en particular, el hombre y la mujer no son fruto de la casualidad, sino que responden a un designio de benevolencia de la razón eterna de Dios que con la potencia creadora y redentora de su palabra da origen al mundo".

Esta primera afirmación, resaltó el Papa, "nos recuerda que nuestra vocación no es simplemente existir en el mundo, estar insertos en una historia y tampoco ser creaturas de Dios; es algo más grande: es ser elegidos por Dios, incluso antes de la creación del mundo, en el Hijo, Jesucristo. En Él, entonces, existimos, por así decirlo, ya desde siempre. Dios nos contempla en Cristo como hijos adoptivos".

"El ‘designio de benevolencia’, que el apóstol llama también el ‘plan de amor’ es definido como "el misterio" de la voluntad divina, escondido y manifestado ahora en la persona y la obra de Cristo. La iniciativa divina precede toda respuesta humana, es un don gratuito de su amor que nos acoge y transforma".

"¿Pero cuál es el ámbito último de este designio misterioso? ¿Cuál es el centro de la voluntad de Dios? Es aquel –nos dice San Pablo– de "reconducir a Cristo, única cabeza de todas las cosas" (v. 10). En esta expresión encontramos una de las formulaciones centrales del Nuevo Testamento que nos hacen comprender el designio de Dios, su proyecto de amor hacia toda la humanidad, una formulación que, en el siglo segundo, San Ireneo de Lyon coloca como núcleo de su cristología: "recapitular" toda la realidad en Cristo".

Tras recordar el lema papal de San Pío X "para la consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús: ‘Instaurare omnia in Christo’", el Pontífice asegura que San Pablo se refiere a la "recapitulación del universo en Cristo y esto significa que en el gran designio de la creación y de la historia, Cristo se alza como el centro del camino del mundo, como la columna vertebral de todo, que atrae hacia sí toda la realidad para superar la dispersión y el límite y conducirla a la plenitud querida por Dios".

El Papa subrayó que "este ‘designio de benevolencia’ no se ha quedado, por decirlo de alguna forma, en el silencio de Dios, en las alturas de su cielo: nos lo ha dado a conocer entrando en relación con el ser humano, al cual no ha revelado algo, sino a sí mismo. No ha comunicado simplemente un conjunto de verdades, se ha comunicado a sí mismo, hasta llegar a ser uno de nosotros, hasta encarnarse".

Benedicto XVI cuestionó luego "¿qué cosa es entonces el acto de la fe? Es la respuesta del hombre a la Revelación de Dios, que se hace conocer, que manifiesta su designio de benevolencia, y, para usar una expresión agustiniana, es dejarse aferrar por la Verdad que es Dios, una Verdad que es Amor".

"Por ello San Pablo subraya cómo a Dios que ha revelado su misterio, se debe ‘la obediencia de la fe’, la actitud con la cual "el hombre libremente se abandona todo a Él, prestando plena adhesión del intelecto y de la voluntad Dios que revela y asintiendo voluntariamente a la Revelación que Él da".

lunes, 3 de diciembre de 2012

Teólogos católicos deben amar a Dios y estar en comunión con la Iglesia, afirma Papa Benedicto XVI

VATICANO, 03 Dic. 10 / 11:26 am (ACI).- Al recibir este mediodía a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, que acaban de celebrar su sesión plenaria, el Papa Benedicto XVI resaltó que para desarrollar bien su trabajo los teólogos tienen que amar a Dios y estar siempre en comunión con la Iglesia.

En su discurso en italiano el Santo Padre señaló que "quien ha descubierto en Cristo el amor de Dios, insuflado por el Espíritu Santo en nuestros corazones, desea conocer mejor a Aquel por quien es amado y que ama. Conocimiento y amor se sostienen. Como han dicho los Padres de la Iglesia, quien ama a Dios está destinado a convertirse, en cierto sentido, en un teólogo, en alguien que habla con Dios, que piensa en Dios y buscar pensar con Dios".

"Mientras que el trabajo profesional del teólogo es para algunos una vocación de gran responsabilidad ante Cristo y la Iglesia. Poder estudiar profesionalmente a Dios mismo es poderle hablar –dice Santo Tomás de Aquino– es un gran privilegio", continuó.

El Papa afirmó luego que "la reflexión sobre la visión cristiana de Dios puede ser una valiosa contribución tanto para la vida de los fieles como para nuestro diálogo con los creyentes de otras religiones y también con los no creyentes".

En la teología, prosiguió, "tratamos de comunicar a través del ‘logos’ lo que ‘hemos visto y oído’. Podemos pensar en Dios y comunicar lo que pensamos porque Él nos ha dotado de una razón en armonía con su naturaleza. De hecho, conocer a Dios en su verdadera naturaleza es la manera segura de garantizar la paz. Un Dios que no se percibe como fuente de perdón, no puede ser luz en el camino de la paz".

"Ningún sistema teológico puede subsistir a menos que esté impregnado por el amor de su divino ‘Objeto’, si no se nutre siempre del diálogo –es decir, de la aceptación en la mente y en el corazón del teólogo– con el Logos divino, Creador y Redentor".

En este sentido el Papa señaló que la teología "debe ser fiel a la naturaleza de la fe de la Iglesia: centrada en Dios, enraizada en la oración, en comunión con los demás discípulos del Señor garantizada por la comunión con el Sucesor de Pedro y todo el Colegio de los Obispos".

Benedicto XVI dijo además que "esta acogida y transmisión del Logos también tiene como consecuencia que la misma racionalidad de la teología ayuda a purificar la razón humana liberándola de ciertos prejuicios e ideas que pueden ejercitar un fuerte influjo sobre el pensamiento de cada época".

"Es necesario resaltar de otro lado que la teología vive siempre en continuidad y en diálogo con los creyentes y teólogos que han venido antes de nosotros, porque así como la comunión eclesial es diacrónica (ocurre a lo largo del tiempo), también lo es la teología".

El Papa subrayó que "el teólogo nunca parte de cero, sino que considera como maestros a los padres y teólogos de toda la tradición cristiana. Enraizada en la Sagrada Escritura, leída con los Padres y Doctores, la teología puede ser una escuela de santidad, como lo testimonió el beato John Henry Newman. Descubrir el valor permanente de la riqueza transmitida por el pasado es una contribución importante de la teología en el ámbito de las ciencias".

Benedicto XVI afirmó también que "Cristo ha muerto por todos, incluso si no todos lo saben o lo aceptan. Habiendo recibido el amor de Dios, ¿cómo podríamos no amar a aquellos por quienes Cristo ha dado la propia vida? ‘Él ha dado su vida por nosotros, entonces tenemos que dar la vida por nuestros hermanos’. Todo esto nos llevar al servicio de los otros en nombre de Cristo, en otras palabras, el compromiso social de los cristianos proviene necesariamente de la manifestación del amor divino".

"La contemplación de Dios revelado y el amor al prójimo no se pueden separar, incluso si se viven de acuerdo con diferentes carismas. En un mundo que a menudo aprecia muchos dones del cristianismo –como por ejemplo la idea de la igualdad democrática, hija del monoteísmo evangélico– sin comprender la raíz de sus ideales, es particularmente importante mostrar que los frutos mueren si se corta la raíz del árbol".

"De hecho –precisó el Papa– no existe justicia sin verdad, y la justicia no se desarrolla plenamente si su horizonte se limita al mundo material. Para nosotros los cristianos, la solidaridad social siempre tiene una perspectiva de eternidad".

Finalmente Benedicto XVI resaltó que "no se puede ser teólogos en la soledad: los teólogos tienen necesidad del ministerio de los pastores de la Iglesia, como el Magisterio tiene necesidad de teólogos que desempeñen en profundidad su servicio, con la elevación espiritual que esto lleva aparejado"-

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Abrir y dirigir el corazón a Dios al rezar en la Liturgia de la Iglesia, exhorta el Papa

Abrir y dirigir el corazón a Dios al rezar en la Liturgia de la Iglesia, exhorta el Papa

VATICANO, 26 Sep. 12 / 10:42 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI hizo hoy un especial llamado a los católicos a tener una disposición fundamental: dirigir el corazón y abrirlo dócilmente a Dios para rezar en la liturgia de la Iglesia.

En su habitual catequesis de la audiencia general celebrada esta mañana ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, el Papa reflexionó sobre la oración en la liturgia, un espacio "precioso" que es además "un ámbito privilegiado en el que Dios nos habla a cada uno de nosotros, aquí y ahora, y espera nuestra respuesta".

Tras recordar que liturgia significa originalmente "servicio de parte de y en favor del pueblo", el Papa resaltó el momento en el que el celebrante, durante la Misa, anima a levantar el corazón (Sursum corda) "fuera de la maraña de nuestras preocupaciones, de nuestros deseos, de nuestras angustias, de nuestra distracción".

"Nuestro corazón, la parte íntima de nosotros mismos, debe abrirse dócilmente a la Palabra de Dios, y recogerse en la oración de la Iglesia, para recibir su orientación hacia Dios de las palabras mismas que escucha y dice. La mirada del corazón debe dirigirse al Señor, que se encuentra entre nosotros: es una disposición fundamental".

Benedicto XVI explicó que "cuando vivimos la liturgia con esta actitud fundamental, nuestro corazón viene sustraído como por la fuerza de la gravedad, que lo atrae hacia abajo, y sube interiormente hacia arriba, hacia la verdad y el amor, a Dios".

"Cómo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, ‘la misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la Liturgia sacramental de la Iglesia anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, continúa en el corazón que ora. Los Padres de la vida espiritual a veces comparan el corazón a un altar’. Dice el Catecismo: altare Dei est cor nostrum".

El Santo Padre dijo que en el significado de la liturgia "servicio en favor del pueblo" se hace referencia a "un pueblo que no existe por sí mismo, sino que se ha formado gracias al Misterio Pascual de Jesucristo. De hecho, el Pueblo de Dios no existe por lazos de sangre, de territorio o de nación, sino que nace por obra del Hijo de Dios y de la comunión con el Padre que Él nos obtiene".

El Papa recordó la aprobación en el Concilio Vaticano II, el 4 de diciembre de 1963, del documento Sacrosanctum Concilium, sobre la liturgia, con lo que se puso de manifiesto "muy claramente la primacía de Dios y su prioridad absoluta. En primer lugar, Dios: esto es lo que nos dice precisamente la opción conciliar de empezar por la liturgia".

"Donde la mirada hacia Dios no es determinante, todo lo demás pierde su orientación. El criterio fundamental para la liturgia es su orientación hacia Dios, para que podamos participar de su obra", dijo luego.

"Pero podemos preguntarnos: ¿qué es esta obra de Dios a la que estamos llamados a participar? La respuesta que nos da la Constitución conciliar sobre la sagrada liturgia es aparentemente doble. En el número 5 nos dice, en efecto, que la obra de Dios son sus acciones históricas que nos traen la salvación, que culminan en la muerte y resurrección de Jesucristo; pero en el número 7, la misma Constitución define la celebración de la liturgia como ‘obra de Cristo’".

En realidad, explica el Santo Padre, "los dos significados están inseparablemente unidos. Si nos preguntamos quién salva al mundo y al hombre, la única respuesta es: Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, crucificado y resucitado".

"¿Y dónde está presente hoy para nosotros, para mí, el Misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo, que trae la salvación? La respuesta es: en la acción de Cristo, a través de la Iglesia, en la liturgia, sobre todo en el Sacramento de la Eucaristía, que hace presente la ofrenda sacrificial del Hijo de Dios, quien nos ha redimido; en el Sacramento de la Reconciliación, en donde se pasa de la muerte del pecado a la vida nueva; y en los otros actos sacramentales que nos santifican".

Por lo tanto, precisa el Papa, "el Misterio Pascual de la Muerte y Resurrección de Cristo es el centro de la teología litúrgica del Concilio".

"Demos un paso más y preguntémonos: ¿cómo podemos hacer posible ésta actualización del Misterio Pascual de Cristo? El beato Papa Juan Pablo II, 25 años después de la Constitución Sacrosanctum Concilium, escribió: ‘para actualizar su Misterio Pascual, Cristo está siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos. La Liturgia es, en consecuencia, el lugar privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con Aquel a quien Él envió, Jesucristo’".

Como recuerda la Sacrosanctum Concilium, "para garantizar la plena eficacia de la celebración ‘es necesario que los fieles se acerquen a la liturgia con una disposición de ánimo correcto, pongan su propia alma en consonancia con su propia voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla en vano’".

"Queridos amigos –prosiguió el Papa– celebramos y vivimos bien la liturgia sólo si permanecemos en actitud de oración, uniéndonos al misterio de Cristo y a su coloquio del Hijo con el Padre. Dios mismo nos enseña a orar, afirma San Pablo. Él mismo nos ha dado las palabras adecuadas para dirigirnos a Él, palabras que encontramos en el Salterio, en las grandes oraciones de la sagrada liturgia y en la Celebración eucarística".

Para concluir pidió rogar "al Señor para ser cada vez más conscientes del hecho de que la liturgia es acción de Dios y del hombre; la oración que viene del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con el Hijo de Dios hecho hombre".

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Un padre debe estar cerca de sus hijos cuando están en problemas

Miercoles 19 Sep 2012 | 11:41 am

Benedicto XVI

Ciudad del Vaticano (AICA): Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de este miércoles a su reciente viaje apostólico al Líbano. “Un viaje muy deseado por mí- dijo- a pesar de las circunstancias difíciles, porque un padre siempre debe estar cerca de sus hijos cuando se encuentran en graves problemas. Me ha movido el sincero deseo de anunciar la paz que el Señor resucitado dio a sus discípulos, con las palabras ´Mi paz les doy´”. El Santo Padre describió su viaje como “un acontecimiento eclesial conmovedor y, al mismo tiempo, una oportunidad providencial para el diálogo”.

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Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de este miércoles a su reciente viaje apostólico al Líbano. “Un viaje muy deseado por mí- dijo- a pesar de las circunstancias difíciles, porque un padre siempre debe estar cerca de sus hijos cuando se encuentran en graves problemas. Me ha movido el sincero deseo de anunciar la paz que el Señor resucitado dio a sus discípulos, con las palabras 'Mi paz les doy'”.
El Santo Padre describió su viaje como “un acontecimiento eclesial conmovedor y, al mismo tiempo, una oportunidad providencial para el diálogo vivido en un país complejo, pero emblemático para toda la región, debido a su tradición de convivencia y de laboriosa colaboración entre los diferentes componentes religiosos y sociales”.
“Frente a los sufrimiento y los dramas en esa zona de Medio Oriente, manifesté mi sincera cercanía a las aspiraciones legítimas de esas queridas poblaciones llevándoles un mensaje de aliento y paz. Pienso en particular en el terrible conflicto que atormenta a Siria, provocando, además de miles de muertos, un flujo de refugiados que converge en esa región a la búsqueda desesperada de seguridad y futuro; y tampoco olvido la difícil situación de Iraq”, dijo el Papa.
“Durante mi visita, agregó el Pontífice, la gente del Líbano y de Medio Oriente -católicos, representantes de las otras Iglesias y comunidades eclesiales y de las diversas comunidades musulmanas- vivieron con entusiasmo y en un ambiente distendido y constructivo, una valiosa experiencia de respeto mutuo, de comprensión y de fraternidad, que constituye un signo de esperanza para toda la humanidad. Pero, sobre todo, fue el encuentro con los miles de fieles católicos del Líbano y el Medio Oriente, lo que despertó en mi mente un sentimiento de profunda gratitud por el ardor de su fe y su testimonio”.
“Pude constatar personalmente que las comunidades católicas del Líbano, a través de su presencia bimilenaria y de su compromiso lleno de esperanza, dan una contribución significativa y valiosa a la vida cotidiana de todos los habitantes del país”, afirmó el Papa que agradeció a las autoridades institucionales el “caluroso recibimiento” que le tributaron y que corresponde a la “célebre hospitalidad libanesa”.
“Los musulmanes -agregó- me recibieron con gran respeto y consideración sincera; su presencia constante y participante me dio la oportunidad de lanzar un mensaje de diálogo y colaboración entre el cristianismo y el Islam: me parece que llegó el momento de dar un testimonio sincero y decidido en contra de las divisiones , la violencia y las guerras”.
El Santo Padre pasó revista a los actos que jalonaron su viaje apostólico como la firma de la Exhortación Apostólica post-sinodal “Iglesia en Medio Oriente” en la basílica greco-melkita de San Pablo en Harissa. “En esa ocasión -dijo- invité a todos los católicos de Medio Oriente a fijar su mirada en Cristo crucificado para encontrar la fuerza, incluso en contextos difíciles y dolorosos, para celebrar la victoria del amor sobre el odio, del perdón sobre la venganza y de la unidad sobre la división”.
En el encuentro con los representantes de las instituciones de la República y del mundo de la cultura, el cuerpo diplomático y los líderes religiosos, el Papa indicó “el camino a seguir para promover un futuro de paz y solidaridad; se trata de trabajar para que las diferencias culturales, sociales y religiosas lleguen, en un diálogo sincero, a una nueva fraternidad, donde lo que une es el sentido compartido de la grandeza y de la dignidad de toda persona, cuya vida siempre debe ser defendida y protegida. El mismo día tuve un encuentro con los jefes de las comunidades religiosas musulmanas, que se llevó a cabo en un espíritu de diálogo y benevolencia mutua. Doy gracias a Dios por este encuentro”.
Benedicto XVI recordó también el “entusiasmo incontenible de miles de jóvenes libaneses y de los países vecinos” que lo saludaron en la residencia del Patriarca maronita, y a quienes habló de “la suerte de vivir en esa parte del mundo que vio a Jesús muerto y resucitado por nuestra salvación, y el desarrollo del cristianismo, exhortándolos a la fidelidad y el amor por su tierra, a pesar de las dificultades causadas por la falta de estabilidad y seguridad”.
“Viendo a los jóvenes, añadió, cristianos y musulmanes festejando en gran armonía, los animé a construir juntos el futuro de Líbano y del Medio Oriente y a oponerse a la violencia y la guerra. La concordia y la reconciliación tienen que prevalecer sobre las fuerzas de la muerte”.
En la Santa Misa dominical en el City Center Waterfront en Beirut, el Papa instó a todos “a vivir la fe y testimoniarla sin miedo, sabiendo que la vocación del cristiano y de la Iglesia es llevar el Evangelio a todos sin distinción, siguiendo el ejemplo de Jesús. En un contexto marcado por ásperos conflictos, subrayé la necesidad de servir a la paz y la justicia, convirtiéndose en instrumentos de reconciliación y constructores de comunión”.
“Al final de la celebración eucarística, tuve la alegría de presentar la Exhortación apostólica que recoge las conclusiones de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Medio Oriente. Este documento quiere llegar a todos los fieles de esa querida tierra, para sostenerlos en la fe y la comunión y animarlos en el camino de la tan deseada nueva evangelización. Por la tarde, en la sede del Patriarcado Siro-Católico, tuve la alegría de un fraternal encuentro ecuménico con los patriarcas ortodoxos y ortodoxos orientales y con los representantes de esas Iglesias y comunidades eclesiales”.
“Los días transcurridos en el Líbano -concluyó- fueron una maravillosa manifestación de fe e intensa religiosidad y un signo profético de paz. Espero que los diversos mensajes de paz y de estima que llevé, ayuden a los gobiernos de la región a dar pasos decisivos hacia la paz y hacia una mejor comprensión de la relación entre cristianos y musulmanes. Por mi parte, sigo acompañando a aquellas queridas poblaciones con la oración para que sean fieles a los compromisos adquiridos”.+

sábado, 15 de septiembre de 2012

Benedicto XVI: “Si queremos la paz, defendamos la vida”

Sabado 15 Sep 2012 | 20:03 pm

Benedicto XVI y el presidente Michel Sleiman

Beirut (Líbano) (AICA): “La eficacia del compromiso por la paz depende de la concepción que el mundo tenga de la vida humana. Si queremos la paz, defendamos la vida. Esta lógica no solamente descalifica la guerra y los actos terroristas, sino también todo atentado contra la vida del ser humano, criatura querida por Dios”, dijo esta mañana Benedicto XVI en su encuentro con los miembros del gobierno, de las instituciones de la República del Líbano, el cuerpo diplomático, los responsables religiosos y los representantes del mundo de la cultura, que tuvo lugar, en el salón “25 de mayo” del palacio presidencial de Baabda, donde, momentos antes, el Santo Padre se había entrevistado con el presidente de la República, Michel Sleiman, y el jefe del gobierno Nabih Berri.

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Benedicto XVI inició esta mañana la segunda jornada de su viaje apostólico al Líbano con una visita de cortesía al presidente de la República, Michel Sleiman, en el palacio de Baabda, donde se encontró también con el presidente del parlamento, Nabih Berri y del consejo de ministros, Nagib Mikati. A continuación, siempre en el palacio de Baadba, encontró a los jefes de las comunidades religiosas musulmanas: suní, chií, drusa y alauí.
El Papa entregó a las autoridades civiles y religiosas una copia de la exhortación apostólica post-sinodal “Ecclesia in Medio Oriente”. Después, el Santo Padre, acompañado del presidente de la República plantó en el jardín presidencial un cedro del Líbano.
Finalizado este acto simbólico, Benedicto XVI pronunció en el salón “25 de mayo”, un discurso ante las autoridades institucionales, el cuerpo diplomático, los jefes religiosos y los representantes del mundo de la cultura.
Inició sus palabras saludando con las mismas palabras de Jesús: “Mi paz les doy”. Y se refirió al acto simbólico tenido poco antes de plantar un cedro, el símbolo del país. Comparó las atenciones que necesita un arbolito recién plantado con las que necesitará el Líbano para fortalecerse: “pienso en su país y su destino, en los libaneses y sus esperanzas, en todas las personas de esta región del mundo que parece conocer los dolores de un alumbramiento sin fin”.
Dijo que fue una región “elegida para que sirva de ejemplo, para que dé testimonio de cara al mundo de la posibilidad que tiene el hombre de vivir concretamente su deseo de paz y reconciliación”.
Explicó que para construir y consolidar la paz “hay que volver incansablemente a los fundamentos del ser humano” de su dignidad y al primer lugar de humanización que es la familia, promoviendo una cultura de vida.
“La eficacia del compromiso por la paz depende de la concepción que el mundo tenga de la vida humana. Si queremos la paz, defendamos la vida. Esta lógica no solamente descalifica la guerra y los actos terroristas, sino también todo atentado contra la vida del ser humano, criatura querida por Dios”, dijo.
Recordó el pontífice que existen otros atentados a la vida humana como “el desempleo, la pobreza, la corrupción, las distintas adicciones, la explotación, el tráfico de todo tipo y el terrorismo”.
“Sólo una solidaridad efectiva constituye el antídoto a todo esto”, subrayó. “Hoy, las diferencias culturales, sociales, religiosas, deben llevar a vivir un tipo nuevo de fraternidad”. Son todas ellas premisas para encontrar el camino de la paz.
“Para abrir a las generaciones futuras un porvenir de paz, la primera tarea es la de educar en la paz, para construir una cultura de paz", afirmó. Una educación que debe “acompañar la maduración de la capacidad de tomar opciones libres y justas, que puedan ir a contracorriente de las opiniones dominantes, las modas, las ideologías políticas y religiosas”.
Y lanzó un desafío a los líderes reunidos en este encuentro: “Pensamientos de paz, palabras de paz y gestos de paz crean una atmósfera de respeto, de honestidad y cordialidad, donde las faltas y las ofensas pueden ser reconocidas con verdad para avanzar juntos hacia la reconciliación. Que los hombres de Estado y los responsables religiosos reflexionen sobre ello”.
Identificó a la causa de tanto dolor como sufre esta región en el mal, el demonio, que “no es una fuerza anónima” sino “pasa por la libertad humana”.
Por ello, llamó a la “conversión del corazón” sin la que las “liberaciones” humanas defraudan.
Llamó a tener “una mirada nueva y más libre” y a decir no a la venganza para salir de esta callejón sin salida en que está sumida la región.
“Sólo entonces podrá crecer el buen entendimiento entre las culturas y las religiones, la consideración sin conmiseración de unos por otros y el respeto de los derechos de cada uno”.
Recordó que “en el Líbano, el cristianismo y el Islam habitan el mismo espacio desde hace siglos. No es raro ver en la misma familia las dos religiones. Si en una misma familia es posible, ¿por qué no lo puede ser con respecto al conjunto de la sociedad?”.
Para llegar a un clima de diálogo hay que ser “conscientes de que existen valores comunes a todas las grandes culturas, porque están enraizadas en la naturaleza de la persona humana”.
Recordó que “la libertad religiosa es el derecho fundamental del que dependen muchos otros”. Explicó que la libertad religiosa tiene una dimensión social y política indispensable para la paz.
Todo lo dicho, aseguró Benedicto XVI, no puede quedar como el simple enunciado de ideas. “Pueden y deben ser vividas”, subrayó.
Y concluyó con un llamamiento a este país, el Líbano, que “está llamado, ahora más que nunca, a ser un ejemplo” y una invitación a políticos, diplomáticos, religiosos, hombres y mujeres del mundo de la cultura “a dar testimonio con valor en su entorno, a tiempo y a destiempo, de que Dios quiere la paz, que Dios nos confía la paz”. Cerró su discurso con las mismas palabras de Jesús: “Mi paz les doy”. +

miércoles, 12 de septiembre de 2012

No hay oraciones inútiles y Dios responde a todas, explica el Papa

No hay oraciones inútiles y Dios responde a todas, explica el Papa

VATICANO, 12 Sep. 12 / 10:12 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI explicó que no hay oraciones inútiles y Dios, que es Amor y Misericordia infinitos, siempre responde a todas aunque a veces esa respuesta es misteriosa.

En su catequesis de la audiencia general de hoy realizada en el Aula Pablo VI ante miles de fieles presentes, el Santo Padre prosiguió con su reflexión sobre la oración en el libro del Apocalipsis, y resaltó que las oraciones son como incienso "cuya dulce fragancia se ofrece (…) a Dios".

"Debemos estar seguros –dijo el Papa– que no hay oraciones superfluas, inútiles; ninguna se pierde. Y éstas encuentran respuesta, aunque a veces misteriosa, porque Dios es Amor y Misericordia infinita".

El incienso en el Apocalipsis, continuó, "es un simbolismo que nos dice cómo todas nuestras oraciones –con todas las limitaciones, la pobreza, la fatiga, la sequedad, las imperfecciones que puedan tener– son purificadas y alcanzan el corazón de Dios".

Benedicto XVI dijo además que "Dios no es indiferente a nuestras súplicas, interviene y hace sentir su poder y su voz en la tierra, hace temblar y altera el sistema del Maligno".

"A menudo, frente al mal se tiene la sensación de no poder hacer nada, pero es precisamente nuestra oración la respuesta primera y más efectiva que podemos dar y que hace más fuerte nuestro compromiso diario en la difusión del bien. El poder de Dios hace fecunda nuestra debilidad".

El Santo Padre explicó también que "el Apocalipsis nos dice que la oración alimenta en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades esta visión de luz y de profunda esperanza: nos invita a no dejarnos vencer por el mal, sino a vencer el mal con el bien, a mirar a Cristo Crucificado y Resucitado que nos asocia a su victoria".

"La Iglesia vive en la historia, no se cierra sobre sí misma, sino que afronta con valentía su camino en medio de las dificultades y el sufrimiento, afirmando con fuerza que el mal que no es definitivo no vence al bien, que la oscuridad no oculta el esplendor de Dios".

A continuación el Papa subrayó que "como cristianos no podemos ser nunca pesimistas; sabemos que en el camino de nuestra vida a menudo encontramos violencia, mentira, odio, persecución, pero eso no nos desanima".

"Especialmente, la oración nos enseña a ver los signos de Dios, su presencia y acción. Es más, nos enseña a ser nosotros mismos luces de bien, que difunden esperanza e indican que la victoria es de Dios".

Uno de los símbolos del Apocalipsis, un personaje de tal belleza que no es descrito por San Juan, representa a "Dios Todopoderoso, que no se ha quedado encerrado en su cielo, sino que se ha acercado al hombre, estableciendo una alianza con él; Dios hace escuchar en la historia, de forma misteriosa pero real, su voz simbolizada por rayos y truenos".

Otros dos símbolos son el libro que contiene el plan de Dios y el Cordero que representa a Jesús Resucitado, que es el único capaz de "abrir el texto e iluminarlo (…) Y es precisamente el Cordero, Cristo muerto y Resucitado, que poco a poco abre los sellos y revela el plan de Dios, el sentido profundo de la historia".

El Papa resalta luego que "la oración es como una ventana abierta que nos permite mantener nuestra mirada dirigida hacia Dios, no sólo para recordarnos la meta hacia la cual nos dirigimos, sino también para permitir que la voluntad de Dios ilumine nuestro camino terrenal y nos ayude a vivirlo con intensidad y el compromiso".

"¿Cómo guía el Señor a la comunidad cristiana para una lectura más profunda de la historia? En primer lugar, invitándola a que considere con realismo el presente que estamos viviendo".

Benedicto XVI explica que "hay males que el hombre cumple, como la violencia, que nace del deseo de poseer, de prevalecer los unos sobre los otros, hasta llegar a matarse (…), o la injusticia, porque los hombres no respetan las leyes que se han dado (…)".

"A estos se añaden los males que el hombre tiene que sufrir, como la muerte, el hambre, las enfermedades (…). Ante estas realidades, muchas veces dramáticas, la comunidad eclesial está invitada a no perder nunca la esperanza, a creer firmemente que la aparente omnipotencia del Maligno se choca con la verdadera omnipotencia que es la de Dios".

El Papa afirma también que "el Libro del Apocalipsis, a pesar de la complejidad de los símbolos, nos sumerge en una oración muy rica, a través de la cual oímos, alabamos, agradecemos, contemplamos al Señor, le pedimos perdón".

Su estructura, de gran oración litúrgica, concluye, "es también un fuerte llamado a redescubrir la carga extraordinaria y el poder transformador que tiene la Eucaristía. En particular, me gustaría invitar con fuerza a ser fieles a la Santa Misa del domingo, en el Día del Señor. ¡El Domingo, es el verdadero centro de la semana! Gracias".

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El Papa: No hay oración estéril y Jesús, con la Iglesia en sus manos, las escucha

El Papa: No hay oración estéril y Jesús, con la Iglesia en sus manos, las escucha

VATICANO, 05 Sep. 12 / 10:03 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI explicó esta mañana que ninguna oración por más solitaria o aislada que sea permanece estéril, ya que Jesús que tiene en sus manos a toda la Iglesia de todos los tiempos, la escucha con amor.

Ante miles de fieles reunidos en el Vaticano para la audiencia general, el Papa reflexionó sobre la oración en la primera parte del último libro de la Biblia, el Apocalipsis, y resaltó que la asamblea que ora muestra tres actitudes que los cristianos deben vivir cuando rezan.

En español, Benedicto XVI explicó que "la primera pone en evidencia que la oración debe ser ante todo alabanza a Dios por su amor, por el don de Jesucristo, que da fuerza, esperanza y salvación. La segunda fase asevera que la oración profundiza la relación con Jesucristo, asumiendo gradualmente una actitud contemplativa".

"Y la tercera fase señala que la Iglesia en oración, acogiendo la palabra del Señor, se transforma y recibe aliento para el arrepentimiento, la conversión, la perseverancia, el crecimiento en el amor y la orientación para el camino".

En italiano el Papa señaló que "el libro del Apocalipsis nos presenta una comunidad reunida en oración, porque es en la oración donde experimentamos cómo aumenta la presencia de Jesús en nosotros. Cuanto más y mejor oramos, con constancia e la intensidad, más nos asimilamos a Él, y Jesús realmente entra en nuestra vida y la guía, dándole alegría y paz".

"Y cuánto más conocemos, amamos y seguimos a Jesús, más sentimos la necesidad de quedarnos en oración con él, recibiendo serenidad, esperanza y fuerza en nuestra vida", añadió.

Sobre la primera fase, el Santo Padre dijo que "nuestra oración debe ser, sobre todo, escuchar a Dios que nos habla. Sumergidos en tantas palabras, no estamos acostumbrados a escuchar, sobre todo a ponernos en la disposición interior y exterior del silencio, para estar atentos a lo que Dios nos quiere decir".

"Estos versículos nos enseñan que nuestra oración, a menudo sólo de pedidos, debe ser, ante todo de alabanza de Dios por su amor, por el don de Jesucristo, que nos ha traído la fuerza, la esperanza y la salvación", agregó.

El Papa subrayó luego otro "la oración constante despierta en nosotros el sentido de la presencia del Señor en nuestra vida y en la historia; su presencia nos sostiene y nos da una gran esperanza en medio de la oscuridad de ciertos acontecimientos humanos".

"Además, toda oración, incluso aquella en la soledad más radical, no es nunca aislada ni estéril; es la linfa vital para alimentar una existencia cristiana cada vez más comprometida y coherente”, precisó.

Sobre la segunda fase el Papa resalta tres elementos simbólicos que muestran lo que hace Jesús resucitado por la Iglesia: "la mantiene firmemente en su mano derecha (una imagen muy importante que muestra que Jesús tiene la Iglesia en su mano); le habla con la fuerza de penetración de una espada afilada; y le muestra el esplendor de su divinidad: ‘Su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza’".

Comentando la experiencia profunda que San Juan experimentan ante esta realidad que hacen que caiga desmayado y que Jesús ponga en su rostro su mano derecha, Benedicto XVI dijo que "así será también para nosotros. Somos amigos de Jesús. La revelación de Dios resucitado, de Cristo resucitado no es una cosa terrible, sino el encuentro con el amigo".

"Incluso la Asamblea vive con Juan el momento particular de la luz delante del Señor, unido, sin embargo, a la experiencia del encuentro diario con Jesús, experimentando la riqueza de contacto con el Señor, que llena todos los espacios de la existencia".

Sobre la tercera fase, el Pontífice explica que Jesús da un mensaje dirigido a las siete iglesias situadas en Asía Menor alrededor de Éfeso, con el que hace "una apremiante invitación: ‘Conviértete’; ‘conserva firmemente lo que ya posees’; ‘observa tu conducta anterior’; ‘¡Reanima tu fervor y arrepiéntete!’".

"Esta palabra de Jesús, se escucha con fe, inicia rápidamente a ser eficaz: la Iglesia en oración, acogiendo la palabra del Señor viene transformada. Todas las Iglesias deben disponerse en atenta escucha al Señor, abriéndose al Espíritu como Jesús pide con insistencia repitiendo este mandamiento siete veces", afirma el Papa.

En español, el Santo Padre resalta finalmente que "mientras más oremos, con constancia e intensidad, mejor nos asimilaremos a Jesús, y Él entrará en nuestra existencia y la guiará, colmándonos de alegría y paz. Muchas gracias".